No es la cama, eres tú.
- Elizabeth Ch. A.

- 22 jun 2022
- 2 Min. de lectura
En febrero mi pareja y yo cumplimos un año de convivencia, a modo de chisme, les cuento que al principio fue un salto de fe en todos los sentidos, no teníamos nada claro o concreto solo la certeza absoluta de que queríamos estar juntos, entonces el momento propicio lo hicimos nosotros y dimos el paso.
Durante el camino, nos hemos golpeado de frente con muchas paredes, pero siempre hemos encontrado una ventana o un hueco que hemos transformado en puerta para seguir avanzando de la mano.
El fin de semana pasado, por motivos de trabajo tuvo que ir fuera de la ciudad un par de días que nos obligaban a pasar una noche separados, después de un año era la primera vez que dormiríamos en camas diferentes, porque habíamos pasado noches enteras sin siquiera rozarnos producto de algún desacuerdo, pero siempre juntos, uno al lado de otro, molestos pero presentes. Cuando me dijo que saldría de la ciudad, dormir sin él fue lo primero que se me vino a la cabeza, pero no se lo dije hasta que faltando 12 horas para que se fuera, me comentó que había estado pensando en las alternativas que tenía para volver esa misma noche "dormir sin ti me pesa".
Amar con intensidad es mágico cuando sientes que ese amor se regresa con la misma frescura y de manera natural. Nos abrazamos, tratamos de darnos paz, pero sobre todas las cosas, tratamos de darnos la certeza de que estaríamos para siempre, una noche no se compara con la vida que ya tenemos juntos.
Esa noche no dormí bien, me acompañó nuestra perrita Nina que siempre está dispuesta a ser una bolita cálida de amor, roncó a mi lado y yo desperté con nudos en la espalda, como quien duerme en una cama que no es suya, de hecho, así se sentía. A la noche siguiente, todo regresó a la normalidad, a mí normalidad estuve en sus brazos y supe que sin importar el tamaño de la cama, si él no estaba, sería insuficiente.







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