top of page

Para el amor que nunca fue amor

Escribo desde el calor del inframundo, desolada y desnuda, sedienta, sin resistirme al castigo de mis propias decisiones. Puedo ver al dolor caminar, de un lado a otro formando una línea de tiempo que se profundiza; me grita, me exige que le deje ir porque se ha hartado de mi resignación. Ha llamado a la tristeza en un intento desesperado por impulsarme, y esta, se ha traído consigo a la soledad. Me miran, me miran y gritan, me miran y sonríen cuando tiemblo, me siguen mirando cuando se hunden en mi interior procurando llevarme hasta donde solo sea posible ascender, pero aquí ya no hay fondo y yo no dejo de observarles con los ojos hechos sangre, porque ya he pensado en todo lo que podría hacer y nada funciona, ni recurrir al amor me hace sentir a salvo, ni inundar la instancia apaga el fuego y gritar, pues gritar me ha roto la voz, golpear las paredes me ha flagelado el cuerpo, ahora solo espero lo que no existe.

Me he transformado en una línea abierta, un pasadizo a posibilidades de destrucción, de quedarse ahí, inmune sopesando el “tal vez”, saboreándolo en la distancia. Una franja de invisibilidad que hace las cosas más complejas, las decisiones más tardías, el olvido más cercano y el fracaso palpable.

Puedes afirmar que he perdido la cordura, pero ya no escucho, he conservado únicamente la visión para presenciar el final. Las puertas se abren y ahí estás tú, ya no te pareces al amor, ya no hueles a helado de vainilla con una extraña combinación a césped recién cortado, ya no eres un abrazo, ahora te pareces al odio, has hecho que la soledad, la tristeza y el dolor se acurruquen a mi lado.

Tengo tanto miedo, miedo a no salir de aquí jamás, a cargar con la culpa por siempre, miedo a la fragilidad de mi ser, miedo a no sentirme llena de ningún modo, me aterra caminar hacia el lugar equivocado, pero aquí ya no hay camino, los golpes se sienten como el preludio de un final que ha tardado demasiado, así que me aferro con intensidad dolorosa a la idea de que “todo estará bien”, bien como para extinguirse, dice mi racionalidad acallada por lo irremediable del momento, por ello cuando pronunciaste aquel “te quiero” seguido de un susurrante “pero”, no lo quise ver venir como un estallido inminente, lo silencie siguiendo el ejemplo de mi país, que todo lo acalla con violencia y he atinado, después de años de claudicación, he disparado justo entre tus bellos ojos que nunca fueron míos, todo se tiñe de color y tu sangre extendiéndose por el piso marca el camino de mi liberación.



ree

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


©2022 por La chica del balcón de al lado. Creada con Wix.com

bottom of page